Carta de doña Flor Chacón


Estimados don Miguel Ángel y doña Lorena: me costó mucho llegar a ustedes, pero lo logré al fin, gracias a que llegué en el momento correcto a escuchar las noticias, donde daban la dirección de su página web. Me presento ante ustedes diciéndoles que no soy una persona metida en política, pero sí una persona con una relación muy fuerte con el Señor.
 
Lo que motiva esta nota es que desde el día que lo hicieron bajar del avión de la forma en que lo hicieron sentí un gran dolor, pues pensé que no era la forma correcta. Además, creo en eso de que "nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario". Sentí una gran carga por usted y su familia y lo incluí de inmediato en mi lista de personas por las que intercedo, pues soy intercesora y oro por las personas por las que el Señor me pone carga.

Con el respeto que me merecen les hago llegar dos mensajes, solicitándoles su autorización para seguir enviándoles muchos más, pues mi intención es que sientan que no solo hay personas apoyándolos, sino que Dios lo está haciendo directamente. Por experiencia propia sé cuánto es capaz de hacer Dios por sus hijos si ellos depositan en Él fe ciega y perseveran en ella.

Mientras tanto y, aunque no nos conocemos, les hago llegar las muestras de mi consideración y estima.

Cordialmente,

Flor Chacón S.

Respuesta de Miguel Ángel Rodríguez


Muy estimada doña Flor:

Gracias por su tarea de cristiana caridad de extendernos a Lorena y a mí su mano en esta dura hora. Gracias también por los mensajes que nos envía a esta página web que crearon amigos míos, y por supuesto que Lorena y yo siempre le agradeceremos los que nos quiera hacer llegar. Los dos mensajes que escogió son muy reconfortantes. El primero nos dice que la Providencia de Dios está presente en los más pequeños detalles de nuestra vida, y el segundo nos recuerda cuán grande es la misericordia de Dios y su redención en la cruz.

Claro que nuestras cruces particulares, como el “show” al que me sometieron en el aeropuerto y los esfuerzos de ciertos sectores poderosos para que no me pueda defender apropiadamente y así negarme un juicio justo, son insignificantes comparadas con la de Jesús, pero qué bueno es que el Señor nos envíe a un cirineo como usted para ayudarnos a cargarla.

Dios se lo pague.

Cordialmente,

Miguel Ángel Rodríguez E.